Listado Oficial de Alimentos Libres de Gluten

http://www.anmat.gov.ar/listados/Listado_de_Alimentos_Libres_de_Gluten_18_05_2013.pdf

domingo, 3 de julio de 2011

Celiacomanía les cuenta un cuento...


Iara y el Señor Gluten de Mónica Palacios

Forma parte de la Colección Ser Celíaco de la Editorial Parábola, publicado en “Celíacos Historias para Compartir” y dice así:

Me llamo Iara “i” – “a” – “r” – “a”, no Yara, como me dicen muchos.

Tengo 6 años, pero todavía voy a Jardín, por 6 días, como dice mi Mamá. Yo no entiendo muy bien, pero ella siempre dice así. Me gusta un chico, se llama…. Tomy (me da vergüenza), va a Jardín conmigo. Mi Papá no está celoso. Porque lo que más le importa es que yo esté bien. Por eso les quiero contar algo muy importante que me pasó, algo que me pasó de verdad.

Un día (no me acuerdo cuando, porque era muy chiquita) un malvado, perverso y maligno señor que se llama Gluten comenzó a lastimarme. Había entrado a mi panza para destruir a unos pelitos que tengo en el intestino. Alguien sabe dónde está el intestino?, yo no lo sabía hasta que este malvado empezó a atacarme.

Parecía una historia de esas de miedo, pero aquí no hay brujas, ni monstruos ni fantasmas, sólo una proteína mala que me hacía daño cada vez que comía algo con trigo, avena, cebada o centeno. Estaba en mis galletitas de chocolate y en las de vainillas también, en mi pan con manteca y dulce, en la pizza, en las facturas con dulce de leche, en los pebetes, en los alfajores, en las tortas de los cumpleaños y en un montón de cosas ricas que mis papis me compraban.

Cuando el Señor Gluten entró a mi panza empecé a sentirme mal. Tenía mucho sueño. No quería jugar más. Mi pancita crecía muchísimo, y mi cuerpito se hacía cada vez más flaquito. Tenía el pelo muy feo y mi piel también. Lo peor de todo es que andaba con un humor de perros, o de papis cuando nos portamos mal.

Mis Papis no sabían lo que me pasaba y me daban cada vez más cosas con Gluten para que engordara. Ellos, empezaron a notar mis cambios, así me llevaron a ver un doctor, después otro y otro más. Todos les preguntaban lo mismo:

-        Iara tiene vómitos?
-        No
-        Tiene diarrea?
-        No
-        Papis, Iara no tiene nada, es una niña normal. Si quieren le damos vitaminas

Mi Mamá, que es terca como una mula, no se quedó con la respuesta de esos doctores. Pensó que me tendrían que haber hecho análisis. Pero creo que eso no pasó.

Me llevó para que Babel me curara el empacho. Y nada…

Habló con una señora, Isabel, para que me curara a distancia. Y nada…
Creo que hasta habló con Dios.

Cansada, me llevó a un edificio grande en donde hay muchos niños, y muchos doctores. Donde hay que caminar mucho y esperar mucho también.

Allí me atendieron. Pero no fue tan rápido, porque como había mucha gente antes que nosotros, nos iban a dar turno para dentro de un mes, que no sé bien cuanto tiempo es… Entonces, mi Mamá se enojó, se enojó mucho. Y se largó a llorar, lloró mucho.

Una señora que tenía guardapolvo celeste, la enfermera Beatriz, me sacó la ropa y me paró en un aparato que dice cuanto peso y me midió con una regla gigante. Mi Mamá siempre dice que ella fue mi salvadora, porque ella logró que me atendieran ese mismo día y no dentro de un mes.

Después, después… después me pasó lo mas feo. Era tan feo, pero tan feo, como que no dormí por muchos días en mi cama, y me daban una comida que no quería, y todos los días me medían, me pesaban, me sacaban sangre, y un montón de cosas que no se las deseo a nadie. Pero también jugaba, con juguetes que me traían unas señoras todas las tardes, y cuando me sentía mejor, me llevaban a un lugar que le decían la escuelita, donde había unas seños muy buenas y nos dejaban jugar con muchos juguetes. Mi Mamá y mi Papá siempre estaban conmigo.

Alli, en el Hospital de Niños, descubrieron como echar al Señor Gluten de mi panza. La doctora Carolina, que es mi doctora y cuando sea grande voy a ser gastroenteróloga como ella, me dijo que soy celíaca.

Desde entonces, siempre pregunto lo mismo:

-        Qué quiere decir ser celíaca?

Ahora no puedo comer más Gluten. Ya no como más el pan que mi Mamá compra en el almacén, o las empanadas que compra en la rotisería, pero como otras comidas muy ricas. Como pan que me hace mi Mamá, tortas que me hace mi Tía Liz, pizzas que me hace mi Papá, y un montón de cosas que tienen un dibujito que quiere decir apto para celíacos.

Mis amigos saben qué puedo comer y siempre me cuidan cuando voy a los cumpleaños. Mi hermanito Genaro , también es como yo.

Y como toda historia, ésta tiene un final feliz.

Ya no me duele más a panza ni la tengo hinchada. Tampoco estoy flaca como una aguja, ni tengo el pelo feo, y mi piel parece el culito suave de mi hermanito. Del humor…., bueno,¡hay cosas que se heredan! Pero me encanta jugar y parece que nunca me canso.

Ahora que aprendí a vivir sin el Gluten, el Gluten aprendió a vivir sin mí. Él no se mete más conmigo y yo no me meto con él.

















No hay comentarios:

Publicar un comentario